
Nada me emociona tanto como poder mirar el cielo de noche, descubrir millones de puntos resplandecientes -aún a pesar del dolor de mi cuello- e imaginar la distancia que nos separa y la cercanía que hemos tenido siempre. Echo tanto de menos mis alas, quisiera poder volar y tomar uno de esos puntitos con mis manos, morderlo, acariciarlo, lamerlo, traerlo a mi guarida…
...oh, ahí pasa una estrella fugaz